El vuelo con Air Comet salió puntual el sábado 9 de mayo y de madrugada llegamos al aeropuerto de Buenos Aires. A las 8, en el Hotel, el Regal Pacific (http://www.regal-pacific.com/bs/index-es.htm) un hotel de 5 estrellas que situado estratégicamente a 5 minutos de Puerto Madero, de la céntrica calle Florida y de las Galerias Pacífico, que resulto ser una magnífica elección.
En el elegante Barrio de la Recoleta, pasamos por la Floralis Generalis, para de ahí avistar diversos monumentos y edificios de interés ( monumento a los Españoles, Mausoleo de Evita, Obelisco, Teatro Colón,…) parando a visitar la Plaza de Mayo, la Casa Rosada, la Catedral y el Cabildo.
A mediodía, ya estábamos paseando por el
Finalizamos nuestra visita en Puerto Madero, y vimos el puente de Calatrava que visto el de Bilbao, pues como que no nos parecio gran cosa. En Puerto Madero almorzamos en Marcelo ( http://www.marcelorestaurante.com.ar/ ), un restaurante italiano en el que comimos espectacularmente bien, con unas raciones interminables y una atención inmejorable. Al ser domingo, optamos por conocer las Galerias Pacifico, un centro comercial ubicado a su vez dentro de una galeria de arte, y callejear un poco por Florida, calle peatonal con un kilometro de tiendas a ambos lados, ideal para desplumar al turista.
El día siguiente lo dedicamos a las compras por la calle Florida, casi el día entero para recorrerla ida y vuelta, haciendo solo un pequeño alto en el camino en un starbucks para coger fuerzas. Que si compramos? Pues si, de hecho vinimos con 3 maletas más de las que fuimos, llenas de ropa. Botas, Cazadoras de cuero, bolsos, ropa de deporte, recuerdos varios todo ello barato barato…..el paraíso del consumismo. Cenamos en el hotel, no muy bien por cierto, y nos fuimos a descansar, porque al día siguiente llegaba el primer madrugón: nos ibamos al Calafate por la mañana, asi que las 6 de la mañana habia que estar en pie.
De nuestras primeras horas en Buenos Aires, sacamos nuestras primeras conclusiones tanto de lo que vimos por nosotros, como de lo que descubriamos al hablar con los porteños que conocimos que no fueron pocos; es una ciudad vieja, sucia, muy muy sucia. Insegura, como ellos mismos dicen, con mucha droga, y en una permanente crisis. A mi cosas, salvando las diferencias, me recordo a la Habana. Un sitio que en el pasado tuvo que ser la ostia, y que hoy…..Gente tirada, pidiendo y durmiendo por las calles, utilizando bebes y niños para mendigar. Lamentable.
Por otro lado, todas las personas con las que charlamos, desde camareros, taxistas, dependientes, o sencillamente, aquel señorin mayor, con el que hable 45 minutos haciendo cola en un banco, hablando de lo divino y lo humano, todos, absolutamente todos, encantadores. Nos vamos con un muy grato recuerdo de la gente de Buenos Aires en particular y de Argentina en general.
Después de unas 3 horas de vuelo, llegamos al Calafate. Alli nos alojamos en el Hotel Terrazas de El Calafate, (http://www.terrazasdelcalafate.com.ar/ ),un hotel pequeño, pero con encanto, nuevo, situado en una colina a las afueras y con unas vistas privilegiadas del lago Argentino, y una recepción muy amable. Al ser temporada baja, no había ni un alma y de no ser que encontramos dos parejas el ultimo día, pensábamos que estábamos solos . Tras dejar las cosas , nos llamaron un taxi desde la recepción, que nos cobro menos de 10 pesos (menos de 2 euros, para que nos entendamos). Una vez alli, en la calle central del calafate, vemos que es todo lo que hay, una calle de 500 metros con restaurantes, confiterias y tiendas a los lados. Nada más. Si te sales de ahí, todo esta sin urbanizar, alguna de las calles no tienen ni asfalto, ni iluminación, estar en medio de la nada provoca una extraña sensación acentuada por el echo de que casi no había gente. Notamos en el cuerpo el paso de estar a 25 grados en Buenos Aires a un aire frio como el hielo, nunca mejor dicho, pero la verdad es que nos esperábamos temperaturas mas extremas de las que tuvimos para ser Otoño, en parte porque el frio es muy seco, y con seguridad os aseguro que más frio hace en Oviedo con esta humedad que nos gastamos por aquí, que allí en el Calafate. Comimos en una pizzería y en tres horas nos ventilamos todo el calafate, hicimos compras, no muchas, porque hay que andarse con ojo en el aeropuerto, ya que no podiamos llevar en cabina más de 5 kilos con nosotros, son muy rigurosos en ese aspecto, al menos con nosotros.
Cenamos en el Pura Vida, a las afueras y la verdad es que estuvo muy bien. De ahí, taxi y a descansar, al día siguiente teniamos la visita al Perito Moreno, que seria uno de los highlights del viaje. Otro pequeño madrugon, desayuno, y estabamos en ruta en autobús hacia el más famoso de los glaciares argentinos, separado unos 90 kilometros del pueblo.
Eso del mate es una cosa muy curiosa. Alli, lo toman practicamente todos, en cualquier momento, en las tiendas, en los trabajos, en los aviones…venden los mates (recipientes) en todas partes, pero a la hora de probarlo, los sitios escasean (al menos por donde estuvimos). Desde el primer momento nos llamo la atención probarlo y alli, en el calafate, concretamente lo que se denomina la aldea de los gnomos nos encontramos con un acogedor libro - bar todo de madera y ambientado con musica jazz, un lugar parecido al Brick, regentado por Holling, de doctor en Alaska, si bien, la sensación de estar en
http://www.casimirobigua.com/ ). Cuidado con este sitio, visita el enlace a su web. Ves esa magnifica impresión que causa? Pues se ve superada con creces en la realidad. La mejor cena de las vacaciones, quizás la mejor de nuestra vida. Sitio visitado por personalidades de la politica ( su presidenta, por ejemplo) arte y cultura es un restaurante que no se puede faltar en una visita al Calafate. Creo recordar que cenamos un carpaccio de merluza negra, cordero con hojaldre
Madrugamos (otra vez mas), porque teníamos contratada una excursión en catamarán para avistar mas glaciares, tempanos o carámbanos, hielo a fin de cuentas, para un profano en la materia como yo, asi que otra vez al bus y al barco, esta vez en unas condiciones adversas a nuestro paso por la denominada garganta del diablo. (bien es cierto que con ese nombre uno no se puede esperar una navegación placentera) Aquel viaje fue movidito, bastante, con muchos mareos y algun desmayo incluido entre alguno de los turistas presentes. Nosotros combatimos el frio y ajetreo del exterior del catamarán con café caliente de la barra del bar y alfajores, hasta llegar al glaciar spegazzini, ubicado en el mismo lago argentino y de gran belleza. Alli nos detuvimos un buen rato para sacar fotos y disfrutar del paisaje, para volver sobre nuestros pasos y sobrecogernos al paso del enormes icebergs de hielo, de color azul intenso por la falta de oxigeno y tallados por el mar y el viento de maneras singulares. Alli el capitan comunico que el acceso a la Bahia de Onelli era imposible por la presencia de tantos icebergs, y que como no se nos apetecia tener una “experiencia Titanic” y aun no sin cierta decepción por no poder realizar el desembarco en la bahia, visitamos de nuevo el perito moreno, esta vez por su cara norte. Mas fotos y de vuelta al Calfate. Mas tiendas, en las cuales ya parecian conocernos, un chocolate caliente por aquí, un poco de licor del calafate por alla, un ultimo paseo por el margen del gran lago, para irnos a cenar a la parrilla del Casimiro Bigua que tanto nos habia gustado la noche anterior (tiene tres locales en la calle, el restaurante, la parrilla y una pizzería). Esta vez, nos decantamos por la parrilla para probar el cordero patagonico, que si bien estaba rico, empalidecia con la cena de la noche anterior.
Dormimos poco, porque al dia siguiente saliamos en avion hacia Ushuaia, la ciudad mas austral del mundo, puerta a la antartida, fin del mundo, principo de la vida,….etc etc que la denominan.
Decir que nos gusto el Calafate, para lo que es, es decir, un sitio para dormir entre excursión y excursión, pero que en si, no tiene nada, de echo se visita en una tarde. He dicho que no tiene nada? Perdon, si, paisajes, el enclave en el que esta situado, tranquilidad. Para mi, la misma tranquilidad que desquició a Jack Torrance en el Resplandor. Tanto es así, que por la noche en el hotel temiamos que el recepcionista irrumpiera en la habitación con un hacha a lo Jack Nicolson. Bromas a parte, es un buen hotel, de trato familiar y desde aquí os lo recomendamos para vuestra estancia en el Calafate.
La llegada a Ushuaia impresiona en un primer momento desde el avión. Ni el paso del avión por la cordillera cantabrica, con toda su majestuosidad, admite comparación con el paisaje andino. Picos nevados y afilados como cuchillos, profundos lagos, nos dejaron con la boca abierta ya antes de aterrizar. Nos llevaron a un hotel muy chulo, situado en la ladera de una montaña, donde nada mas bajar del taxi pisamos nieve por primera vez, y dejamos las cosas en una habitación con unas vistas sobre la Bahia aun mas impactantes que las del Hotel del Calfate, y que podeis ver en su web http://www.altosushuaia.com/ .Otro acierto de Hotel. Tambien vacio al ser temporada baja, y de muy buen trato y con todas las comodidades para un hotel que esta pues eso, en el fin del mundo.
Para cenar nos decantamos por Chez Manu ( http://www.chezmanu.com/scale.htm ) que como podeis apreciar en su web, pues es asi como el equivalente del Casimiro Bigua del Calafate. Cenamos muy bien, y por primera vez
degustamos la famosa centolla y la merluza negra en todo su esplendor.
Fue una sensación indescriptible, un viaje inolvidable que culmino en el desembarco en la isla de Bridges, en la que hicimos una pequeña caminata para desde su alto, ver como el sol se ocultaba y se hacia de noche. 
Una vez en el puerto, aun maravillados por el espectáculo que acabamos de contemplar, nos dirigimos a la antigua prisión, un lugar que te traslada a otra época, a otro mundo, el mundo de los pasillos carcelarios, de las duchas comunes, del patio, de las diminutas celdas pobladas por los presos mas peligrosos del pais, esas cosas que parecen de película, están ahí. Un pabellón denominado historico, es decir, tal y como estaba a principio del siglo XX, es sobrecogedor, caminar por el da autentico “mal rollo”. Frio, oscuro, con la recreación del ruido del ventilador, las estufas. Acojona un rato, en serio. Salimos a la calle principal, realizamos alguna compra mas, que hizo que tuvieramos que facturar ya que los 5 kilos de peso maximo permitido los habiamos dejado atrás hace tiempo. Cenamos y de vuelta al hotel, que al día siguiente, como todos, habia que madrugar, un avión nos esperaba para llevarnos de nuevo rumbo a Buenos Aires.
Nos encanto pasear por Ushuaia, transmite una sensación…extraña, estas alli, en el fin del mundo, y lo notas. Lo define bien una conversación que tuvimos con un chico de alli, que nos decia que no habia delincuencia, porque de huir, moririas en la montaña, o en el mar. Ushuaia nació como presidio, al que se enviaba a los delicuentes mas peligrosos. Hoy en dia el viejo penal está ya clausurado, pero no dejo de pensar en Ushuaia como en una Gran Carcel a cielo abierto. No hay salida de Ushuaia, y en verdad, no la necesitan. En parte, es un sitio envidiable para vivir.
A mediodia del domingo, ya en Buenos Aires, estabamos cansados de tanto madrugar y tanto vuelo, asi que optamos por dar un paseo mientras visitábamos de nuevo la calle Florida y las Galerias Pacifico, y allí mismo cenamos unas carnes a la parrilla antes de ir a descansar al hotel. Al dia siguiente, nos despertariamos a las 5 de la mañana para ir a Iguazú.
Lunes, misma rutina, autobús, aeropuerto, avión. Llegamos a Iguazú y nos dirigimos al hotel Esturión. Este hotel, al principio no nos causo buena impresión. Se veia viejo, abandonado. Nada que ver con su pagina web. Parecía el campamento de verano de viernes 13, o el escenario de una peli de terror de serie B. Un poco desilusionados hicimos tiempo hasta las 3, que nos venian a buscar para conocer las cataratas desde el lado brasileño.
Lunes, misma rutina, autobús, aeropuerto, avión. Llegamos a Iguazú y nos dirigimos al hotel Esturión. Este hotel, al principio no nos causo buena impresión. Se veia viejo, abandonado. Nada que ver con su pagina web. Parecía el campamento de verano de viernes 13, o el escenario de una peli de terror de serie B. Un poco desilusionados hicimos tiempo hasta las 3, que nos venian a buscar para conocer las cataratas desde el lado brasileño.
Cruzamos la frontera que separa
Argentina de Brasil, e ingresamos en el parque para ver las cataratas, cuya visita, de unas 2 horas y media, consistía en caminar por las pasarelas obteniendo unas magnificas vistas de las mismas. Nos gustaron mucho las cataratas, sobretodo el ultimo tramo de la pasarela, cuando realmente estas al lado de ellas y hasta te salpican. Son un gran espectáculo. Pero lo mejor estaria por venir, al dia siguiente y desde el lado argentino, del que habiamos leido que se tenian las mejores vistas. Por si fuera poco, los ultimos dias habia llovido y las cataratas habian recuperado agua, asi que posiblemente podriamos hacer la excursión en lancha.
Ademas, la mala impresión que nos causó el hotel
se disipo gracias a dos cosas que pasaron ese día, la primera de ellas, que Eva, con las prisas, dejo olvidadas sus gafas en el lobby y los encargados de recepcion se las recogieron amablemente, cuando ya las dabamos por perdidas. La segunda, que cenamos en el hotel estupendamente, de las mejores veces en argentina, y con el estomago lleno, se ven mejor las cosas. Ademas, de noche, ya se sabe que todos los gatos son pardos. Nos acostamos para estar frescos, al día siguiente nos esperaba la visita a las cataratas desde por la mañana hasta la tarde.
Ademas, la mala impresión que nos causó el hotel
Antes de visitar las cataratas, pasamos por el hito tres fronteras, desde donde se divisan Brasil y Paraguay, foto de rigor, y rumbo al Parque nacional de las cataratas de Iguazu.
La visita se divide en tres recorridos que en total suman 7 kilometros de paseo sobre las pasarelas desde la que se ven los diferentes saltos de conforman las cataratas de Iguazu, Salto dos hermanas, salto tres mosqueteros, salto San Martin, Garganta del Diablo, salto bossetti, salto Eva ( que no, no salto y sigue aquí conmigo)…., en definitiva, un monton de ellos. Lo primero que hicimos fue subirmos a un tren ecologico, rumbo a la famosa garganta del diablo. Tras kilómetro y medio de pasarela estabamos allí, ante un espectáculo increíble que empequeñece a las cataratas de Niagara. Un ruido ensordecedor, y miles de metros cubicos de agua enfurecida cayendo al unisono a 80 metros de altura. Espectacular. Se nos quedo la boca abierta, y asi se nos quedo hasta la salida del parque.
La visita se divide en tres recorridos que en total suman 7 kilometros de paseo sobre las pasarelas desde la que se ven los diferentes saltos de conforman las cataratas de Iguazu, Salto dos hermanas, salto tres mosqueteros, salto San Martin, Garganta del Diablo, salto bossetti, salto Eva ( que no, no salto y sigue aquí conmigo)…., en definitiva, un monton de ellos. Lo primero que hicimos fue subirmos a un tren ecologico, rumbo a la famosa garganta del diablo. Tras kilómetro y medio de pasarela estabamos allí, ante un espectáculo increíble que empequeñece a las cataratas de Niagara. Un ruido ensordecedor, y miles de metros cubicos de agua enfurecida cayendo al unisono a 80 metros de altura. Espectacular. Se nos quedo la boca abierta, y asi se nos quedo hasta la salida del parque.
Tras el paseo en el jeep desde el que avistamos tucanes, de vuelta, aun empapados, hacia el hotel, del que salimos tras cambiarnos para pasear por el pueblo de Iguazu, que no tiene absolutamente nada que ver. Cenamos en el hotel estupendamente y a descansar. Al dia siguiente un avion nos esperaba rumbo a buenos aires, de nuevo.
Nos impresionaron las cataratas de Iguazu, y mucho mas desde el lado argentino. Poco se puede decir con palabras, y ni las fotos o videos hacen justicia de lo que alli vive uno. Nos despedimos con pena del hotel, quien lo hubiera dicho a nuestra llegada.
Después del madrugon habitual, desayuno apurado y rutina del aeropuerto, estábamos dispuestos a despedirnos de Buenos Aires. Dedicamos el día a hacer más compras, esta vez en el shoppin de Abasto, para nuevamente pasear por Florida. De ahí directamente al hotel, al dia siguiente habia que madrugar, pero esta vez no para visitar un lugar desconocido, inhóspito o exotico como en los dias precedentes, sino para coger un avion que nos llevaria tras 12 horas de vuelo a Madrid, y desde alli, esperar 7 horas en el aeropuerto para, en otro avion regresar rumbo a Asturias, nuestra Asturias Patria Querida, Asturias de nuestros amores.
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