miércoles, 26 de mayo de 2010

INDIA Y NEPAL MAYO 2010

Viajamos con Nobel Tours – Indoriente, con salida el sábado 9 de mayo y vuelta el 23. El nombre del circuito, “Chandela”, iba ser uno de esos viajes programados tipo ISO 9.000 en el que todo el mundo ve lo mismo, aunque con diferentes ojos. En este diario os dejo la impresión de lo que vieron los míos.

Respecto el mayorista, todo perfecto, al igual que los vuelos con qatar airways con enlace via Doha. Profesionalidad y puntualidad absoluta.

INDIA
Llegamos a Delhi a las 3 de la madrugada y nos encontramos con la primera sorpresa: no había grupo, o mejor dicho, nosotros dos seríamos el grupo, por lo cual tendríamos un guía para nosotros solos durante nuestra estancia en la India y Nepal. Perfecto.

Primer hotel, el Taj Palace, muy bien, perfecta habitación, buen bufette de desayuno, gran piscina, lujoso y amplio hall….sin duda el mejor del viaje. Mención especial a la coctelería de su afamado restaurante Orient Express así como a su restaurante vietnamita.

Comenzamos conociendo a nuestro guía y a nuestro conductor que nos acompañarían desde Delhi hasta Agra. El guía, cumplió correctamente su función en este tiempo, no nos dió mucho la vara, explicaba lo justo, nos dejaba a nuestro aire cuando y cuanto tiempo queríamos y ejerció de fotógrafo. No se puede pedir más.

La primera mañana la pasamos reajustando nuestra mentalidad occidental a la suya; el trafico aun más caótico que en El Cairo, también más miseria y mucho, mucho calor, mientras visitamos la puerta de la India, la impresionante mezquita Jama Masjid, con unas buenas vistas desde una de sus torres, el mausoleo donde incineraron a Gandhi (el cual a mi particularmente no me dice nada) y un bonito templo de la religión Sikh, en el que hay que entrar descalzo, pisando un mármol que a más de 40 grados, da la risa.


Vimos un templo hinduista de Birla, lleno de figuras de los dioses mas representativos de su religión y adornado con esvásticas por todos lados. Acabamos pasando por el parlamento y varios ministerios.

Todo ello sin prisas, con calma, tomando fotos, fijándonos en todo, en todos, porque para nuestros ojos todo era motivo de asombro y comentario: los ciclorickshaws, los tuk tuk, la comunicación entre los diferentes vehículos utilizando el claxon, la pobreza, la suciedad,…a la salida del templo Sikh, nos impresiono sobre manera una leprosa, sin rostro, que se acerco a nosotros a pedirnos unas rupias; nunca había subido tan rápido a un coche…..
Cuando finalizaron las visitas, optamos por quedar a nuestro aire por la ciudad, concretamente por Connaugth Place de la que habíamos leído que era una zona de centros comerciales más occidentales, más moderna. Yo lo viví como una suerte de lugar devastado por pruebas nucleares; sin aceras, polvo, mierda, gente tirada en todas las esquinas,…las tiendas puma, reebook, adidas….nada imprescindible, al igual que un mercado adyacente en el que la estrella eran unos pantalones que podrían encontrarse en cualquier rastro de España. Una visita absolutamente innecesaria. Sin más, cogimos un tuk tuk que por unas pocas rupias nos dejo en el Hotel, en el que probamos la piscina, la coctelería y el restaurante, no recuerdo bien si en ese mismo orden.

Otro día en Delhi, más visitas, esta vez a la impresionante torre de la victoria, un sitio que merece la pena, para luego dirigirnos al aséptico templo de loto, que salvo por su forma exterior tampoco es gran cosa, y finalizar la mañana en la tumba de Humayun, la cual sí que nos pareció digna de ser visitada.

Volvimos al Hotel y nos dimos un chapuzón en la piscina. Allí mismo, alrededor de unas pizzas, decidimos visitar el mercado de Chadni Chowk por nuestra cuenta. De ese modo, pasamos nuestro último anochecer en Delhi paseando entre la multitud de puestos que conforman este inmenso bazar. Realizamos las primeras compras del viaje a precios realmente ridículos, sin sufrir en absoluto la presión de los vendedores que era lo que nos esperábamos a la vista de lo que habíamos leído. Disfrutamos de los olores que provenían de los puestos de comida callejera (el disfrutar de su sabor, lo dejo para otros viajeros con mas estomago), de la gente, del trafico, de cómo cruzar una calle y no morir en el intento…... Para nosotros, la visita de este mercado, en el que por cierto no nos encontramos con ningún turista, fue una de nuestras mejores experiencias en Delhi.

A la mañana siguiente partimos hacia Jaipur por carretera. El guía nos explico que teníamos por delante 250 kilómetros y que iríamos por autopista. Hora y media, calcule yo. Entre 5 y 6 horas, calculo el guía…como? 5 horas? Por autopista? Como podía ser?? Es fácil, cuando por la “autopista” por llamarla así, te encuentras con búfalos, vacas, cabras, camiones, peatones que cruzan, repentinos cambios de sentido, adelantamientos suicidas, coches en dirección contraria…..toda una odisea no apta para cardiacos.

A mediodía paramos en un lugar perdido en medio de ninguna parte, el palacio de Samode, reconvertido hoy en hotel en el que los turistas de los diferentes touroperadores se detienen a almorzar. Tras una comida no muy buena, decidimos bajar caminando por el pueblo y que el coche nos esperara a la entrada del mismo. Fue una experiencia caminar por unas calles en las que lo mismo jugueteaban unos niños que retozaban los cerdos. Unos críos nos pedían dinero en unas condiciones higiénicas inaceptables. Es mas cómodo y lucrativo para los padres mendigar con los críos muertos de hambre en sus brazos y luego, si la criatura sobrevive y bien enseñada la lección, dejar que lo hagan ellos solitos, ha llevarlos a una escuela (gratuita). Por eso, no es aconsejable dar limosnas, aunque en ocasiones, resulta imposible el no hacerlo. Bienvenidos al tercer mundo.

Llegamos al Hotel de Jaipur, el cual no tiene ni de lejos la categoría de 5 estrellas de un hotel occidental, pero a juzgar por lo que se veía en la calle, era como estar en un palacio (de echo, este hotel lo había sido). Salimos a ver un templo Birla, con ceremonia incluida, para luego dar un paseo por un mercado y mezclarnos con la gente para finalizar el día con un chapuzón nocturno en la piscina del hotel.

Nos levantamos pronto para realizar la subida al fuerte Amber a lomos de un elefante, vimos el palacio, y en el, los primeros encantadores de serpientes.



Unos dicen que las tienen ciegas, otros que drogadas, otros que sin colmillos….yo vi como se tiro en un par de ocasiones a morder al flautista en cuestión y como este daba un buen brinco….no se yo….

El guía nos llevo a una fábrica de alfombras, por exigencias de la agencia de turismo local, aun sabiendas de que no íbamos a comprar nada. Nos vino bien un poco de descanso y una cocacola fría mientras nos explicaban como se realizaba el trabajo manual de dar color y tejer las mismas. Como para explicarles algo de ergonomía en el puesto de trabajo….
Visitamos un observatorio astronómico y el Palacio de la ciudad, donde reside el Marajá. Dentro del Palacio, todo limpio, ordenado, a sus puertas, el pan de cada día, miseria, suciedad, podredumbre….yo pensaba en hasta cuando el pueblo aguantaría esa forma de vida tan dramática…realmente están agotados de esperar el fin, o ya no tienen nada por lo que luchar. Su religión manda; amigo, si naces un desgraciado, desgraciado te morirás, quizás en tu próxima reencarnación tengas mas suerte. Inténtelo de nuevo!!! Karma rules!!!

Por la tarde visitamos el Bapu Bazar, en el que bajo un calor que ahogaba (algún día el termómetro alcanzo los 45 grados), nos dieron mucho la paliza para que entráramos en las tiendas y compráramos, fue la única vez en el viaje en la que realmente los vendedores nos agobiaron. De vuelta en el hotel, mas piscina, a relajarse un rato.

Madrugamos para tomar una clase matinal de yoga al aire libre y comenzar bien el día. Nos despedimos de Jaipur rumbo a Agra, previa visita del templo de los monos, en el que no vimos otra cosa más que monos. Monos, y mendigos, así como un grupo de locales bañándose en un líquido de color verde que a saber que era.

En ese punto, una me vino a la mente una ecuación clara: a más distancia con Delhi, más pobreza y por otra parte, más extraños les resultamos a los habitantes de estas ciudades los occidentales, porque empezaron a querer hacerse fotos con nosotros y no pararon hasta salir de Vanarasi.

A mediodía visitamos lo que queda de la ciudad de Fatehpur Sikri, ordenada construir en medio del desierto, sin agua, por todo un visionario digno de ser nombrado ministro de fomento aquí en España, sin duda.
En la siguiente foto, un funcionario de aduanas. Estos si que saben montarselo en todas partes.


Llegamos a Agra, dimos una vuelta en ciclorickshaw por la ciudad y acabamos tomando un baño en la piscina. Al día siguiente había que madrugar para ver el Taj Mahal.

A las 6.30 de la mañana estábamos en mausoleo mas famoso del mundo, y allí nos quedamos durante tres horas, admirando toda su belleza, viendo como el tono gris de su mármol a la madrugada se tornaba puro blanco cuando los primeros rayos del sol de la mañana caían sobre el. Es espectacular.

Rematamos la faena con la visita al Fuerte Rojo, prisión en la que el padre del Taj Mahal acabo sus días por orden de su entrañable vástago, observando así desde lo lejos su magna creación. Cría cuervos….


La señora de abajo será quien se encarge de vigilar eficazmente que nadie entre clazado a determinadas zonas del Fuerte, asi como de custudiar tus playeros.....



Nos despedimos del guía porque al día siguiente saldríamos en tren hacia Khajuraho, y pasamos la tarde en Agra paseando con indiferencia por el Sadar Bazar.

El tren, que nos habían anunciado de lujo, era como un autobús de los años 70 en España, pero visto como eran los vagones en los que viajaban los lugareños, dimos gracias por ser tan afortunados.

Llegamos a Jhansi donde nuestro enlace nos llevaría a visitar el pueblín de Orcha. Para variar, vimos de todo en la carretera.


Tras la visita de un par de palacios, nos dejamos perder por las calles de Orcha.

Paseamos por el mercado, todo color, todo vida, con niños vendiéndonos cosas, mirando y siendo mirados, hicimos tantas fotos como ellos nos las hicieron a nosotros. Abajo, un Santon.Hubo suerte, vimos una pareja de novios. Se fotografiaron con nosotros. Mas allá vemos otros que se acaban de casar, el novio se rie, la novia muestra el rostro de una recién condenada a cadena perpetua. Y allí tanto que lo es. Cosas de los matrimonios concertados.
Casualmente, se celebran en el pueblo 15 bodas del tirón, en una ceremonia multitudinaria oficiada por un santón, nos dirigimos hacia ella, abriéndonos paso entre la multitud y sin cortarnos un pelo, entre los medios de comunicación locales, subimos al escenario. El santón nos señala y pregunta al de al lado como diciendo “y esos de ahí, quien demonios son??” . tomámos fotos, ellos también a nosotros. Bajamos y la multitud nos rodea, cada vez mas. Me doy cuenta y tengo abrazadas 3 personas, 6, 10, 15, 30…..el guía llega justo a tiempo y nos saca de allí a toda prisa. Fue toda una experiencia….al día siguiente el periódico local se hizo eco de la noticia y guardamos el recorte de recuerdo. Fue un gran día.

Llegamos cansados al hotel de Khajuraho y descansamos tomando para variar, un baño en la piscina.

A la mañana siguiente conocimos al guía que nos enseñaría los templos de Khajuraho, un gilipollas integral, machista, zafio y maleducado, que fue la única nota negativa del viaje y del que nos deshicimos en unas pocas horas. Vimos con el, mejor dicho, sin el, los famosos relieves de los templos y nos fuimos tomar un ultimo baño al hotel para a continuación tomar el vuelo que nos llevaría hasta Vanarasi, la ciudad sagrada de los Hindues.

Vanarasi. Llegada a las 3 de la tarde, y check in en el hotel, dejar las maletas y salir a realizar la primera toma de contacto.
Vanarasi: La ciudad a la que todos van a morir, la ciudad santa en la que la muerte es la salvación. Salvación, y para muchos la mejor opción. ¿Arriesgarse a soportar otra vida en esas condiciones??? Que paren el mundo que me bajo! Mejor romper el ciclo de reencarnaciones que jugársela a volver a vivir teniendo que ponerse los playeros en las manos. Así, Vanarasi esta poblada por una legión de leprosos, cojos, siameses, tullidos, ciegos, freaks de todo tipo, ……amen de ser la ciudad de todas las que vimos con menos (menos aun!) infraestructuras; polvorientas calles sin asfaltar, gente sacando agua de pozos, cortes de luz (alguno ya sufrimos en Agra, pero de Vanarasi nos acordamos perfectamente por pillarnos uno de los apagones en el ascensor del hotel). Vanarasi es la bofetada definitiva en la cara del acomodado turista occidental, enseñándonos una realidad que muchos prefieren olvidar o dar por extinguida. Afortunadamente, nuestro viaje comenzó en Delhi y al llegar a este punto, poco nos sorprendía ya, comenzar la India experimentado primero Vanarasi, ha de ser mucho más duro.



Abajo, un peluquero callejero.


Nos levantamos muy temprano y dimos el paseo en barca de rigor por el Ganges mientras amanecía, viendo como la gente se purificaba en sus aguas o hacían ofrendas. Otros nadaban, alguno aprendía a hacerlo a duras penas, santones, una clase colectiva de niños practicando los saludos al sol de yoga, el recitar de los mantras, el viento agita banderas de colores, la gente rie, se lo pasan en grande, pasamos al lado de un cadáver flotando, nos acercamos a los crematorios y por respeto apagamos las cámaras…. Es impresionante, la vida y la muerte van de la mano en esta ciudad.

Leña para el cermatorio y un hombre esperando su turno para ser incinerado.


Bajamos de la barca y paseamos por el casco “antiguo” de la ciudad, unas callejuelas muy muy estrechas, lógicamente sin asfalto, por las que caminamos mientras esquivamos vacas, excrementos, charcos de vete tu a saber que, pedigueños, miradas de extraños (mejor dicho, los extraños somos nosotros), nos registran a conciencia antes de pasar a la entrada del templo dorado, aunque los no hindus no podamos entrar, nos conformamos con ver su impresionante cúpula de oro desde el piso superior de una tienda que esta a escasos metros, seguimos caminando y cuando despierto me encuentro esperando el avión que nos llevaría a Katmandú. Habría sido todo lo anterior un sueño? Existe ese Vanarasi? Enciendo la cámara de fotos, todo está ahí. Ha sido real, y nosotros hemos tenido la suerte de vivirlo, de estar allí. Vanarasi es, a su modo, un lugar realmente excepcional.

Y de este modo, abandonamos la India rumbo a Nepal.

India. Cautiva, agobia, seduce, asquea, fascina, estresa, impresiona, derrota,.... es una mezcla de emociones en un viaje no apto para todos los públicos. Es difícil de explicar desde aquí las sensaciones vividas.


Nepal.

Llegamos a mediodía Katmandú, y nos alojamos en el Hotel Soaltee. Apenas dejamos las maletas, estábamos en un taxi rumbo a Thamel. No descansamos ni un minuto. Nada mas llegar a Nepal percibimos más orden, menos caos. Un grupo de crios salen de la escuela, completamente uniformados, impolutos, observa Eva. Buena señal. Casi no vemos mendigos (curiosamente, los mendigos que veíamos durante nuestra estancia eran hindues…). En una hora de vuelo estamos en otro mundo. El tráfico sigue siendo como jugar a la ruleta rusa, pero a estas alturas, estamos hechos a todo.
Visitamos Thamel y como es lógico, nos perdemos una y otra vez por sus calles, visitamos multitud de pequeñas tiendas, y nos damos cuenta de la diferencia con la India. Para nada sentimos agobio, podemos parar a mirar con calma. Nadie nos incordia. Además el clima es más benévolo, y eso ayuda. Y a cada paso, una construcción digna de ser observada: templos, pagodas,… la primera impresión, muy buena.
Se nos hizo la noche, y de perdidos, a un taxi que nos condujo al hotel. Tocaba un merecido descanso.

A la mañana siguiente conocimos a quien seria nuestro guía por la ciudad. Un excelente guia, muy profesional, simpático y buena persona. Lo tenía todo. Un tío 10.
Comenzamos el día visitando la gran stupa de Swayambunath situado en lo alto de una colina, con excelentes vistas sobre el valle de Katmandú.


Tuvimos la oportunidad de ver la stupa recién restaurada y lucia realmente espectacular.


Sacamos muchas fotos, dimos la vuelta entera a la stupa girando los molinillos con las oraciones del Om Mani Padme Um, visitamos el templo, vimos la artesanía local, nos relajamos mirando los ojos de Buda que, a su vez, nos devolvía la mirada, con autoridad, impasible, mientras atentamente parece controlar todo lo que pasa en el valle. El estar allí, un sueño cumplido.

Nos desplazamos a Patan y vimos sus plazas, templos, pagodas y nos empapamos de su historia, para finalizar la vista en Durban Square de Katmandú, en el que visitamos desde el Kasta Mandap hasta el palacio (prision) de la diosa – niña Kumari, pasando por todos y cada uno de los edificios mas relevantes, que no son pocos, mas bien todos. Vimos los primeros “santones” y no nos pudimos resistir a la tentación de sacarnos unas fotos con ellos. Me permiti mostrarles alguno de los movimentos de yoga aprendidos en aqui occidente, dejando alto el liston!!!!

Optamos por quedarnos allí mismo en vez de regresar al hotel, y estuvimos toda la tarde paseando otra vez por thamel y todo el centro de Katmandú. Hicimos un alto para tomar unas cervezas en el Pub Namaste, situado en el ático de un edificio, un sitio ideal para relajarnos después de un día intenso y cansado. De ahí, cenamos unas deliciosas pizzas en el Fire & Ice, taxi y hotel.

A la mañana siguiente, visitamos Bhaktarpur, pueblecillo mediaval tan sencillo y agradable como las gentes que lo habitan, y en el que te sientes transportado a otra época. Se ven oficios y costumbres propias de los libros de historia. Visita muy interesante. De camino, nos detuvimos a observar una ceremonia en la que se sacrificaban cabras, degollándolas, decapitándolas y ofreciendo sus cabezas a los dioses en un sangriento ritual, no apto para todos los estómagos y sensibilidades. Otra vez la muerte hacia acto de presencia en nuestro viaje. Y no seria la ultima.
Nos dirigimos a Pasupatinah, una especie de pequeño Varanarasi en el que a las orillas del río Basmati incineran a los devotos. Tuvimos la “fortuna” de ver dos cremaciones y como traían a un recién muerto y daba comienzo el curioso ritual de mojarle los pies en río, y prepararle para la cremación. Polvo eres…..
Aparte del templo dedicado a Shiva, vimos más santones, unos de pega, otros de verdad que vivían en cuevas, y no nos resistimos a sacarnos alguna foto más.
Partimos rumbo a Boudanath, y allí nos maravillamos con su gigantesca estupa. La habíamos visto cientos de veces en libros, documentales, pero aun así estar frente a ella impone, impresiona. La suerte quiso que esa tarde tuviera lugar una concentración de monjes tibetanos porque al parecer iba a venir alguien importante dentro de su orden ( como quiera que estén jerarquizados). Así pues, optamos por quedarnos en ese mágico lugar hasta el anochecer. Mientras tomábamos unas cervezas y degustábamos unos estupendos momos vegetales (ummm que ricos) en una terraza de la plaza, con unas vistas inmejorables de la stupa, veíamos el ajetreo con el que los monjes la decoraban; decenas de cestas de frutas, luces, cientos de flores, alfombras….según pasaba el tiempo los refugiados del Tibet se daban cita en la plaza, dando las vueltas de rigor y agitando los molinos con las oraciones. Nosotros les seguimos. En poco tiempo, cientos de personas se congregaron a su alrededor. No podíamos creer la suerte que teníamos de contemplar aquel espectáculo. Y la suerte siguió de nuestro lado. Conocimos un monje Tibetano, al que le caímos bien. Empezamos a charlar con el, y nos llevó al monasterio en el que vivía, explicándonos muchas cosas de su vida, religión, costumbres e interesándose por las nuestras. En un momento dado, frente a otros monjes a los cuales nos presento, nos hizo arrodillar, y en privado, fuimos partícipes de una suerte de “bautismo” por su parte; recitaban mantras, nos dieron de beber un liquido viscoso que parecía aceite y nos lo echaron por la cabeza, nos hicieron orar…..un momento mágico, del que no hay fotos, ni vídeo, pero quedará para siempre en nuestra memoria. Salimos del templo flotando, en una nube y asimilamos a duras penas lo que nos había pasado. Comenzó la ceremonia y escuchamos los mantras, los ruidos de trompetas, platillos…nos sentimos afortunados por estar allí. Realmente, como suele suceder, las cosas imprevistas, las que no vienen en “el guión”, son las que más te sorprenden en los viajes y las que más huella dejan. Cenamos allí mismo, y regresamos, con muy buen Karma, al hotel.
A la mañana siguiente, madrugón para sobrevolar la cordillera del Himalaya en avioneta y a las 9, ya estábamos de vuelta en el Hotel. Decidimos visitar de nuevo la stupa de Swayambunath subiendo esta vez los 365 escalones que llevan a ella, en lo alto de la colina. Bajamos a Thamel (nos volvimos a perder, todo un clásico) y realizamos compras; ropa de montaña, cuencos tibetanos, incienso, recuerdos varios….apuramos hasta la noche. Nuestro tiempo en Nepal se agotaba.
Al día siguiente teníamos que estar a las 5 de la tarde en el aeropuerto, así que madrugamos, nos dimos un baño en la piscina, la cual aun no habíamos tenido tiempo de disfrutar (demasiadas cosas que ver y hacer en Katmandú), y dimos nuestro último paseo por el centro.
Cuando nos quisimos dar cuenta, estábamos embarcando rumbo a Doha. Nuestra estancia en Nepal había llegado a su fin.

Nos encantó Nepal. Sus templos, pagodas,….la Gran Stupa y la espiritualidad que la rodea….sus gentes, esas miradas sencillas, amables, sinceras. Todo ello quedará para siempre grabado en nuestra memoria, y lo recordaremos por siempre con una sonrisa en los labios.

Namasté, amigos, Rezaremos por vosotros.