domingo, 24 de mayo de 2009

Patagonia 2009

Entre amenazas de gripe porcina, fiebre amarilla y dengue, nuestro destino estas vacaciones sería Argentina, concretamente el circuito Buenos Aires – El Calafate – Ushuaia – Iguazú. Se presentaban ante nosotros 14 días con 11 vuelos, todo un maratón, merecería realmente la pena?.
El vuelo con Air Comet salió puntual el sábado 9 de mayo y de madrugada llegamos al aeropuerto de Buenos Aires. A las 8, en el Hotel, el Regal Pacific (http://www.regal-pacific.com/bs/index-es.htm) un hotel de 5 estrellas que situado estratégicamente a 5 minutos de Puerto Madero, de la céntrica calle Florida y de las Galerias Pacífico, que resulto ser una magnífica elección.
Con el tiempo justo para una ducha, necesaria después de 11 horas de estar tirados en Barajas (gracias a las fantásticas conexiones aéreas Asturias – Madrid) mas otras 13 horas de vuelo, comenzaban nuestras andanzas por Buenos Aires, porque a las 9 de la mañana teniamos programada nuestra visita por la ciudad.
En el elegante Barrio de la Recoleta, pasamos por la Floralis Generalis, para de ahí avistar diversos monumentos y edificios de interés ( monumento a los Españoles, Mausoleo de Evita, Obelisco, Teatro Colón,…) parando a visitar la Plaza de Mayo, la Casa Rosada, la Catedral y el Cabildo.

A mediodía, ya estábamos paseando por el vistoso barrio de la Boca, en el que vimos los primeros tangos callejeros y compramos los primeros alfajores de todo el viaje, que no serian pocos. Tambien visitamos el estadio del Boca, la Bombonera. Cabe señalar la desmesurada admiración que sienten alli por Maradona, su imagen es omnipresente, no se, yo, sin saber de futbol, lo veo como si aquí explotaramos la imagen de, por ejemplo, Joselito “el pequeño ruiseñor” o, porque no, Angel Cristo, por poner dos ejemplos patrios.





Finalizamos nuestra visita en Puerto Madero, y vimos el puente de Calatrava que visto el de Bilbao, pues como que no nos parecio gran cosa. En Puerto Madero almorzamos en Marcelo ( http://www.marcelorestaurante.com.ar/ ), un restaurante italiano en el que comimos espectacularmente bien, con unas raciones interminables y una atención inmejorable. Al ser domingo, optamos por conocer las Galerias Pacifico, un centro comercial ubicado a su vez dentro de una galeria de arte, y callejear un poco por Florida, calle peatonal con un kilometro de tiendas a ambos lados, ideal para desplumar al turista.

Otra vez corrimos al Hotel porque a las 21 horas nos venian a buscar para llevarnos a una cena con espectáculo de tango, que yo temia se convirtiese en una cena tongo. Ademas, no soporto el tango (salvo Cambalache, con letra con cierto toque punk) así que sumado al cansancio del viaje, y de nuestro primer día en la ciudad, podria convertir el fin de jornada en una pesadilla. Llegamos al café de los Angelitos, (http://www.cafedelosangelitos.com/ ), un sitio con historia por que el desfilaron en su día los grandes del género y donde tuvimos nuestro primer encuentro con el famoso bife de chorizo. Yo me lo tome crudo, vuelta y vuelta, y Eva bien pasado. Realmente, nos decepcionó, tanto el bife, como los entrantes y el postre. Empezamos con mal pie en la gastronomia local. Ya habría tiempo de resarcirse. Empezó el espectáculo de tango que para mi sorpresa, fue hora y media que pasó volando. Realmente un buen show, increíbles los bailarines de tango, se mueven como robots a ritmo de la musica. De ahí, nos fuimos a descansar al Hotel, que ya era hora.
El día siguiente lo dedicamos a las compras por la calle Florida, casi el día entero para recorrerla ida y vuelta, haciendo solo un pequeño alto en el camino en un starbucks para coger fuerzas. Que si compramos? Pues si, de hecho vinimos con 3 maletas más de las que fuimos, llenas de ropa. Botas, Cazadoras de cuero, bolsos, ropa de deporte, recuerdos varios todo ello barato barato…..el paraíso del consumismo. Cenamos en el hotel, no muy bien por cierto, y nos fuimos a descansar, porque al día siguiente llegaba el primer madrugón: nos ibamos al Calafate por la mañana, asi que las 6 de la mañana habia que estar en pie.
De nuestras primeras horas en Buenos Aires, sacamos nuestras primeras conclusiones tanto de lo que vimos por nosotros, como de lo que descubriamos al hablar con los porteños que conocimos que no fueron pocos; es una ciudad vieja, sucia, muy muy sucia. Insegura, como ellos mismos dicen, con mucha droga, y en una permanente crisis. A mi cosas, salvando las diferencias, me recordo a la Habana. Un sitio que en el pasado tuvo que ser la ostia, y que hoy…..Gente tirada, pidiendo y durmiendo por las calles, utilizando bebes y niños para mendigar. Lamentable.
Por otro lado, todas las personas con las que charlamos, desde camareros, taxistas, dependientes, o sencillamente, aquel señorin mayor, con el que hable 45 minutos haciendo cola en un banco, hablando de lo divino y lo humano, todos, absolutamente todos, encantadores. Nos vamos con un muy grato recuerdo de la gente de Buenos Aires en particular y de Argentina en general.

Después de unas 3 horas de vuelo, llegamos al Calafate. Alli nos alojamos en el Hotel Terrazas de El Calafate, (http://www.terrazasdelcalafate.com.ar/ ),un hotel pequeño, pero con encanto, nuevo, situado en una colina a las afueras y con unas vistas privilegiadas del lago Argentino, y una recepción muy amable. Al ser temporada baja, no había ni un alma y de no ser que encontramos dos parejas el ultimo día, pensábamos que estábamos solos . Tras dejar las cosas , nos llamaron un taxi desde la recepción, que nos cobro menos de 10 pesos (menos de 2 euros, para que nos entendamos). Una vez alli, en la calle central del calafate, vemos que es todo lo que hay, una calle de 500 metros con restaurantes, confiterias y tiendas a los lados. Nada más. Si te sales de ahí, todo esta sin urbanizar, alguna de las calles no tienen ni asfalto, ni iluminación, estar en medio de la nada provoca una extraña sensación acentuada por el echo de que casi no había gente. Notamos en el cuerpo el paso de estar a 25 grados en Buenos Aires a un aire frio como el hielo, nunca mejor dicho, pero la verdad es que nos esperábamos temperaturas mas extremas de las que tuvimos para ser Otoño, en parte porque el frio es muy seco, y con seguridad os aseguro que más frio hace en Oviedo con esta humedad que nos gastamos por aquí, que allí en el Calafate. Comimos en una pizzería y en tres horas nos ventilamos todo el calafate, hicimos compras, no muchas, porque hay que andarse con ojo en el aeropuerto, ya que no podiamos llevar en cabina más de 5 kilos con nosotros, son muy rigurosos en ese aspecto, al menos con nosotros.
Cenamos en el Pura Vida, a las afueras y la verdad es que estuvo muy bien. De ahí, taxi y a descansar, al día siguiente teniamos la visita al Perito Moreno, que seria uno de los highlights del viaje. Otro pequeño madrugon, desayuno, y estabamos en ruta en autobús hacia el más famoso de los glaciares argentinos, separado unos 90 kilometros del pueblo.

Apreciamos la belleza del paisaje según nos adentrábamos en el parque nacional de los glaciares, tuvimos la oportunidad de ver diversa fauna, incluso algun condor, hasta llegar a la curva de los suspiros, en la que tienes la primera vista, lejana, del glaciar. Aun a esa distancia, considerable, impresiona tal mole de hielo descendiendo entre las afiladas montañas. De ahi, a un pequeño embarcadero desde el que nos acercamos en barca aún mas al glaciar en una breve navegación de una hora, antes de dirigirnos finalmente al recorrido de las pasarelas. Desde allí, disfrutamos con calma de la grandiosidad del Glaciar, del paisaje, de la tranquilidad, interrumpida solamente en ocasiones en las que enormes pedazos del glaciar se desprenden cayendo al mar, provocando un ruido que hace que todos los presentes busquen con sus cámaras inmortalizar el momento. Nosotros por cierto, no tuvimos éxito, y parecía que siempre que se producia una pequeña rotura, estábamos mirando hacia otro lado. Nos encanto la visita. Regresamos al pueblo sobre las 5 de la tarde y vimos como el sol se escondia mientras pasebamos bordeando el lago argentino, para de ahí visitar por segunda vez las tiendas y, por fin después de buscarlo por buenos aires sin éxito, encontramos un sitio donde nos sirvieron….mate!!!!
Eso del mate es una cosa muy curiosa. Alli, lo toman practicamente todos, en cualquier momento, en las tiendas, en los trabajos, en los aviones…venden los mates (recipientes) en todas partes, pero a la hora de probarlo, los sitios escasean (al menos por donde estuvimos). Desde el primer momento nos llamo la atención probarlo y alli, en el calafate, concretamente lo que se denomina la aldea de los gnomos nos encontramos con un acogedor libro - bar todo de madera y ambientado con musica jazz, un lugar parecido al Brick, regentado por Holling, de doctor en Alaska, si bien, la sensación de estar en El Calfate no debiera diferir mucho a la del doctor Fleichman en Cicecly. Volviendo al mate, por 15 pesos, 3 euros, nos trajeron el recipiente, un termo y nos explicaron las normas básicas: primero las damas, estas, cuando lo acaban, lo rellenan de una manera especifica (que no parezca una sopa y por el lado de “la bombilla”) y se lo pasan al hombre. Y una cosa importante: no se remueve. Tras las instrucciones de la camarera – chaman, probamos el mate siguiendo el rito paso a paso. Amargo, amargo como ello sólo, deja un regusto extraño en el paladar, que pide más, pero es una cosa que ni fu ni fa y que no volvimos a probar en todo el viaje. Nos ventilamos el termo, y parecia que se nos había abierto el apetito (una de las muchas cualidades que se supone del mate) así que por recomendación fuimos al Casimiro Bigua (
http://www.casimirobigua.com/ ). Cuidado con este sitio, visita el enlace a su web. Ves esa magnifica impresión que causa? Pues se ve superada con creces en la realidad. La mejor cena de las vacaciones, quizás la mejor de nuestra vida. Sitio visitado por personalidades de la politica ( su presidenta, por ejemplo) arte y cultura es un restaurante que no se puede faltar en una visita al Calafate. Creo recordar que cenamos un carpaccio de merluza negra, cordero con hojaldre y cebollas confitadas, trucha rellena de marisco mientras degustábamos un vino delicioso, tarta de postre acompañada de vino dulce, café….en definitiva, pagamos unos 90 euros por la cena, que si bien podría parecer caro, os aseguro que no lo es en absoluto, porque cenar allí es una experiencia para todos los sentidos. Que diablos, si uno va de vacaciones al otro extremo del mundo, y tiene que racanear con lo que se gasta en comer, mala señal. Al cuerpo hay que darle una alegría de vez en cuando. Nos sento la cena estupendamente, y mas contentos que unas pascuas, taxi y de vuelta al hotel.
Madrugamos (otra vez mas), porque teníamos contratada una excursión en catamarán para avistar mas glaciares, tempanos o carámbanos, hielo a fin de cuentas, para un profano en la materia como yo, asi que otra vez al bus y al barco, esta vez en unas condiciones adversas a nuestro paso por la denominada garganta del diablo. (bien es cierto que con ese nombre uno no se puede esperar una navegación placentera) Aquel viaje fue movidito, bastante, con muchos mareos y algun desmayo incluido entre alguno de los turistas presentes. Nosotros combatimos el frio y ajetreo del exterior del catamarán con café caliente de la barra del bar y alfajores, hasta llegar al glaciar spegazzini, ubicado en el mismo lago argentino y de gran belleza. Alli nos detuvimos un buen rato para sacar fotos y disfrutar del paisaje, para volver sobre nuestros pasos y sobrecogernos al paso del enormes icebergs de hielo, de color azul intenso por la falta de oxigeno y tallados por el mar y el viento de maneras singulares. Alli el capitan comunico que el acceso a la Bahia de Onelli era imposible por la presencia de tantos icebergs, y que como no se nos apetecia tener una “experiencia Titanic” y aun no sin cierta decepción por no poder realizar el desembarco en la bahia, visitamos de nuevo el perito moreno, esta vez por su cara norte. Mas fotos y de vuelta al Calfate. Mas tiendas, en las cuales ya parecian conocernos, un chocolate caliente por aquí, un poco de licor del calafate por alla, un ultimo paseo por el margen del gran lago, para irnos a cenar a la parrilla del Casimiro Bigua que tanto nos habia gustado la noche anterior (tiene tres locales en la calle, el restaurante, la parrilla y una pizzería). Esta vez, nos decantamos por la parrilla para probar el cordero patagonico, que si bien estaba rico, empalidecia con la cena de la noche anterior.
Dormimos poco, porque al dia siguiente saliamos en avion hacia Ushuaia, la ciudad mas austral del mundo, puerta a la antartida, fin del mundo, principo de la vida,….etc etc que la denominan.
Decir que nos gusto el Calafate, para lo que es, es decir, un sitio para dormir entre excursión y excursión, pero que en si, no tiene nada, de echo se visita en una tarde. He dicho que no tiene nada? Perdon, si, paisajes, el enclave en el que esta situado, tranquilidad. Para mi, la misma tranquilidad que desquició a Jack Torrance en el Resplandor. Tanto es así, que por la noche en el hotel temiamos que el recepcionista irrumpiera en la habitación con un hacha a lo Jack Nicolson. Bromas a parte, es un buen hotel, de trato familiar y desde aquí os lo recomendamos para vuestra estancia en el Calafate.

La llegada a Ushuaia impresiona en un primer momento desde el avión. Ni el paso del avión por la cordillera cantabrica, con toda su majestuosidad, admite comparación con el paisaje andino. Picos nevados y afilados como cuchillos, profundos lagos, nos dejaron con la boca abierta ya antes de aterrizar. Nos llevaron a un hotel muy chulo, situado en la ladera de una montaña, donde nada mas bajar del taxi pisamos nieve por primera vez, y dejamos las cosas en una habitación con unas vistas sobre la Bahia aun mas impactantes que las del Hotel del Calfate, y que podeis ver en su web http://www.altosushuaia.com/ .Otro acierto de Hotel. Tambien vacio al ser temporada baja, y de muy buen trato y con todas las comodidades para un hotel que esta pues eso, en el fin del mundo.
Nos desplazamos a la calle San Martin en taxi (decir que los desplazamientos no suben de los 10 pesos, osea un par de euros al cambio, los taxis en toda Argentina estan tirados de precio) y alli, en el centro, ya sin nieve, nos dirigimos a pasear un poco por el puerto, sacamos alguna foto, y visitamos las tiendas de la calle principal haciendo compras….bastantes compras.
Para cenar nos decantamos por Chez Manu ( http://www.chezmanu.com/scale.htm ) que como podeis apreciar en su web, pues es asi como el equivalente del Casimiro Bigua del Calafate. Cenamos muy bien, y por primera vez
degustamos la famosa centolla y la merluza negra en todo su esplendor.
A la mañana siguente, después de madrugar (suma y sigue) nos encaminamos en autobús al parque nacional Tierra de Fuego. Realizamos el ingreso a traves del tren del fin del mundo, el mismo tren y mismo recorrido que a principios del siglo XX llevaba a los presos a talar arboles para redimir su condena. Asi, atravesando las montañas nevadas, en tren, con unos paisajes de ensueño y con una narración de cómo vivian los presos y se les llevaba allí a talar arboles, a palear nieve en las condiciones mas adversas imaginables, a uno se le encoge el alma, ante centenares de tocones de arboles talados, testigos mudos del paso de los presos por este sobrecogedor lugar.

Dejamos atrás el tren y visitamos el parque nacional, que nos gusto, y allí, en el fin de la Ruta 3, en Bahia Lapataia, junto a un cartel que anunciaba que estabamos en el mismísimo fin del mundo nos sacamos la foto de rigor, antes de volver al centro de Ushuaia para enlazar con una navegación por el Canal Beagle, cuyo objetivo era avistar fauna marina y aves, pero sobretodo, tener la sensación de navegar por ese mismo canal, por esas mismas aguas que llevan al Cabo de Hornos, lugar mitico para marineros que ven él lo mismo que un montañero en el Everest, las mismas aguas que inspiraron a Julio Verne, que navegó Darwin o de donde partió el mismisimo Sir Ernest Shackleton, el último gran explorador.
Decir que yo quería realizar la navegación en un gran catamarán, con todo tipo de comodidades pero a Eva, se le ocurrió la feliz idea de surcar los mares en una pequeña lancha, con capacidad para 10 personas, bien apretaditas, y que no me transmitía la mas mínima sensación de seguridad. Por supuesto, ya os imaginareis lo que hicimos: nos hicimos a la mar en la pequeña lancha. Gracias al cielo, y a Neptuno, el mar estaba en calma, no hacia viento, y disfrutamos del viaje como enanos, estabamos la mayor parte del tiempo en la cubierta, disfrutando del paisaje cuando los primeros leones marinos vinieron a juguetear con la lancha, surfeando las olas, algo increíble.
La lancha jugeteo con ellos haciendo giros, provocando olas, un espectáculo fantástico que culmino con la llegada a un islote poblado por completo de leones marinos. Allí nos detuvimos un rato antes de encaminarnos al faro del fin del mundo, el ultimo faro sobre la tierra, o mejor dicho sobre el mar y que inspiro a Verne a escribir su novela “El faro del fin del mundo”.
Fue una sensación indescriptible, un viaje inolvidable que culmino en el desembarco en la isla de Bridges, en la que hicimos una pequeña caminata para desde su alto, ver como el sol se ocultaba y se hacia de noche.
Una vez en el puerto, aun maravillados por el espectáculo que acabamos de contemplar, nos dirigimos a la antigua prisión, un lugar que te traslada a otra época, a otro mundo, el mundo de los pasillos carcelarios, de las duchas comunes, del patio, de las diminutas celdas pobladas por los presos mas peligrosos del pais, esas cosas que parecen de película, están ahí. Un pabellón denominado historico, es decir, tal y como estaba a principio del siglo XX, es sobrecogedor, caminar por el da autentico “mal rollo”. Frio, oscuro, con la recreación del ruido del ventilador, las estufas. Acojona un rato, en serio. Salimos a la calle principal, realizamos alguna compra mas, que hizo que tuvieramos que facturar ya que los 5 kilos de peso maximo permitido los habiamos dejado atrás hace tiempo. Cenamos y de vuelta al hotel, que al día siguiente, como todos, habia que madrugar, un avión nos esperaba para llevarnos de nuevo rumbo a Buenos Aires.

Nos encanto pasear por Ushuaia, transmite una sensación…extraña, estas alli, en el fin del mundo, y lo notas. Lo define bien una conversación que tuvimos con un chico de alli, que nos decia que no habia delincuencia, porque de huir, moririas en la montaña, o en el mar. Ushuaia nació como presidio, al que se enviaba a los delicuentes mas peligrosos. Hoy en dia el viejo penal está ya clausurado, pero no dejo de pensar en Ushuaia como en una Gran Carcel a cielo abierto. No hay salida de Ushuaia, y en verdad, no la necesitan. En parte, es un sitio envidiable para vivir.
A mediodia del domingo, ya en Buenos Aires, estabamos cansados de tanto madrugar y tanto vuelo, asi que optamos por dar un paseo mientras visitábamos de nuevo la calle Florida y las Galerias Pacifico, y allí mismo cenamos unas carnes a la parrilla antes de ir a descansar al hotel. Al dia siguiente, nos despertariamos a las 5 de la mañana para ir a Iguazú.
Lunes, misma rutina, autobús, aeropuerto, avión. Llegamos a Iguazú y nos dirigimos al hotel Esturión. Este hotel, al principio no nos causo buena impresión. Se veia viejo, abandonado. Nada que ver con su pagina web. Parecía el campamento de verano de viernes 13, o el escenario de una peli de terror de serie B. Un poco desilusionados hicimos tiempo hasta las 3, que nos venian a buscar para conocer las cataratas desde el lado brasileño.
Cruzamos la frontera que separa Argentina de Brasil, e ingresamos en el parque para ver las cataratas, cuya visita, de unas 2 horas y media, consistía en caminar por las pasarelas obteniendo unas magnificas vistas de las mismas. Nos gustaron mucho las cataratas, sobretodo el ultimo tramo de la pasarela, cuando realmente estas al lado de ellas y hasta te salpican. Son un gran espectáculo. Pero lo mejor estaria por venir, al dia siguiente y desde el lado argentino, del que habiamos leido que se tenian las mejores vistas. Por si fuera poco, los ultimos dias habia llovido y las cataratas habian recuperado agua, asi que posiblemente podriamos hacer la excursión en lancha.
Ademas, la mala impresión que nos causó el hotel se disipo gracias a dos cosas que pasaron ese día, la primera de ellas, que Eva, con las prisas, dejo olvidadas sus gafas en el lobby y los encargados de recepcion se las recogieron amablemente, cuando ya las dabamos por perdidas. La segunda, que cenamos en el hotel estupendamente, de las mejores veces en argentina, y con el estomago lleno, se ven mejor las cosas. Ademas, de noche, ya se sabe que todos los gatos son pardos. Nos acostamos para estar frescos, al día siguiente nos esperaba la visita a las cataratas desde por la mañana hasta la tarde.
Antes de visitar las cataratas, pasamos por el hito tres fronteras, desde donde se divisan Brasil y Paraguay, foto de rigor, y rumbo al Parque nacional de las cataratas de Iguazu.
La visita se divide en tres recorridos que en total suman 7 kilometros de paseo sobre las pasarelas desde la que se ven los diferentes saltos de conforman las cataratas de Iguazu, Salto dos hermanas, salto tres mosqueteros, salto San Martin, Garganta del Diablo, salto bossetti, salto Eva ( que no, no salto y sigue aquí conmigo)…., en definitiva, un monton de ellos. Lo primero que hicimos fue subirmos a un tren ecologico, rumbo a la famosa garganta del diablo. Tras kilómetro y medio de pasarela estabamos allí, ante un espectáculo increíble que empequeñece a las cataratas de Niagara. Un ruido ensordecedor, y miles de metros cubicos de agua enfurecida cayendo al unisono a 80 metros de altura. Espectacular. Se nos quedo la boca abierta, y asi se nos quedo hasta la salida del parque.
Volvimos e hicimos lo que se denomina circuito superior, fotos, muchas fotos, grabamos en video, nos dejamos cautivar por el paisaje, vimos aves, coaties, y comimos algo ligero para prepararnos para la excursión gran aventura que consiste en, desde una zodiac grande, pasar a contemplar la garganta del diablo desde cerca, realizar un “bautismo” en el salto tres mosqueteros y luego atravesar el salto San Martin. Después, bajar unos rapidos para desembacar de la lancha y tomar un camion – jeep 4x4 que te lleva por la selva. Miedo nosotros? No. Ademas, llevábamos unos chubasqueros de los chinos, asi que eso de mojarse, para los incautos. Pero hay amigos, resulto que los incautos eramos nosotros!!!! Cuando el guia vio los chubasqueros nos mosqueo que se riera…de haberlo sabido ni nos los hubieramos puesto.
No sirven de nada en absoluto. Si bien en el Nigara te mojas, pero con vapor de lluvia, en Iguzu es como si te echaran calderaos de agua….no tiene nada que ver. La lancha pasa literalmente bajo el salto san martin….aun no se como no lo hacen para no estrellarse con las rocas, o que la barca se hunda por el agua, es impresionante. La mojadura fue total, la diversión, tambien, no exenta de la impresión que dar el estar alli debajo.
Tras el paseo en el jeep desde el que avistamos tucanes, de vuelta, aun empapados, hacia el hotel, del que salimos tras cambiarnos para pasear por el pueblo de Iguazu, que no tiene absolutamente nada que ver. Cenamos en el hotel estupendamente y a descansar. Al dia siguiente un avion nos esperaba rumbo a buenos aires, de nuevo.

Nos impresionaron las cataratas de Iguazu, y mucho mas desde el lado argentino. Poco se puede decir con palabras, y ni las fotos o videos hacen justicia de lo que alli vive uno. Nos despedimos con pena del hotel, quien lo hubiera dicho a nuestra llegada.

Después del madrugon habitual, desayuno apurado y rutina del aeropuerto, estábamos dispuestos a despedirnos de Buenos Aires. Dedicamos el día a hacer más compras, esta vez en el shoppin de Abasto, para nuevamente pasear por Florida. De ahí directamente al hotel, al dia siguiente habia que madrugar, pero esta vez no para visitar un lugar desconocido, inhóspito o exotico como en los dias precedentes, sino para coger un avion que nos llevaria tras 12 horas de vuelo a Madrid, y desde alli, esperar 7 horas en el aeropuerto para, en otro avion regresar rumbo a Asturias, nuestra Asturias Patria Querida, Asturias de nuestros amores.